F. Fernán-Gómez.
-Elige dos cartas. La primera te va a decir lo que el futuro próximo te depara. Lo que la vida te va a proponer. La segunda te indicará cómo deberías afrontar lo que la primera te revele.
Ricardo me acercaba el abanico de naipes con los brazos extendidos, con ternura. Nos acababan de presentar y le faltó tiempo para desenfundar su macito de cartas de angelitos que te leen el porvenir. Debía rondar los cincuenta y se le notaba el buen corazón en las maneras. Yo, en aquellos días, hacía poco que había regresado a Madrid después de vivir dos años en mi rincón tranquilo, al otro lado del mundo, y andaba todavía lamiéndome las heridas, trabajaba buscando empleo y empezaba a vislumbrar que la cosa estaba realmente jodida, que había miles de gentes como yo, que se habían caído del mundo y buscaban cómo subirse otra vez,… legiones de personas con cara de paisaje, como vacas viendo el tren pasar.
La primera carta decía "aventura". La segunda, "serenidad". Vaya! –Acerté a pensar –noticias frescas… Estos pinches angelitos deben estar de guasa. Tómese algo Sr. Adivino.